EXPOSICIÓN
800 años del belén de GRECCIO Siguiendo las huellas de San Francisco de Asís, nos podemos convertir un poco en niños y permanecer contemplando la escena de la Natividad,...
En esta pequeña muestra de imágenes nos limitamos a dos de sus signos externos más característicos: los baptisterios y las pilas bautismales.
La palabra baptisterio sirve para designar a las pequeñas iglesias y capillas destinadas a la administración del Bautismo; estén aisladas de las grandes basílicas (aunque siempre próximas a estas), adosadas a ellas o dentro de las mismas. Se construyeron en edificio aparte en la época del emperador romano Constantino, siendo ya raro encontrarlos así a partir del siglo VII. Casi todos los baptisterios se dedicaron a san Juan Bautista y solo se construían en las ciudades que tenían obispo. El bautismo se realizaba por inmersión en las grandes pilas del baptisterio. Más tarde los baptisterios se dispusieron como capilla en todas las parroquias a partir de dicho siglo y se llamaba así al lugar donde se halla la pila bautismal. El bautismo ya era para niños y se hacía solo por inmersión parcial o simple rociada.
Los edificios exentos marcan el momento cuando tuvo importancia el lugar donde se era bautizado. Ser bautizado en el baptisterio de la iglesia del patrón de la ciudad daba un cierto derecho de ciudadanía y era un signo de pertenencia. Incluso se construyen algunos baptisterios por poderosos que quieren indicar que los bautizados allí quedan de algún modo bajo sus dominios. En Florencia el baptisterio era un foco de vida pública, guardaba la bandera de la ciudad, servía incluso de lugar de reunión del ayuntamiento de la ciudad y de otras personas distinguidas. En tránsito del baptisterio a la iglesia, cercana pero apartada, era también el signo de la consagración y acogida, de la integración en la nueva comunidad eclesial y social.
También tuvo importancia la elección del padrino. Otro signo era: dar el nombre. El nombre del santo del día, de los padrinos, o del linaje. En la Florencia del XV era una forma de reencarnación que prolongaba en vida al antepasado difunto.
En los baptisterios era común el uso de las pilas grandes y hundidas ya de forma rectangular ya poligonales y cilíndricas, aunque también se dispusieron luego otras elevadas sobre el suelo. Suprimido casi en absoluto el bautismo por inmersión al finalizar el siglo XIV (aunque siguió como parcial en algunos lugares durante dos siglos más), las pilas se hicieron de menor tamaño desde el siglo XV. El exterior de las pilas que no estaban hundidas se adornó con relieves propios del estilo dominante en la época de su labra, e menudo con figuras y símbolos alusivos al bautismo. Pero el interior quedaba liso, dividido por lo general en las pilas pequeñas por un tabique en dos compartimientos, uno como depósito y otro para recoger el agua que caía de la cabeza del bautizado.
El bautismo simboliza un nuevo nacimiento, salir de agua como de otro seno materno, a la vida creyente. Significa la posibilidad de humanización, espiritualización, de la persona humana. Por tanto, no es simplemente un acto, sino un proceso hacia la fe consciente que durará toda la vida. Y que se hará dentro de una comunidad. No es un rito pasajero, sino más bien la expresión de un compromiso permanente.