EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA

ECUADOR. ORIENTE Y SIERRA

Fotografías Juan Hermoso


 

ECUADOR

Miguel Ángel Cabodevilla

Las imágenes son una forma particular de mirar, de ver. Por eso, una buena fotografía supone siempre un descubrimiento personal. Pues nos ayuda a percibir algo que no era evidente para cualquiera, que no se revela a un vistazo distraído y al paso. En ese sentido, la foto nos habla, no solo de lo que muestra, sino de quien ha percibido eso original que ella contiene. Nos desvela al fotógrafo. Al que sabe ver.

No debe sorprender el predominio en esta exposición (que, por espacio, se nos queda muy corta) de las imágenes dedicadas a la amazonia. Juan Hermoso ha visto el Oriente ecuatoriano, sobre todo la cuenca del gran río Napo, de la mano de capuchinos navarros que llevan allí muchos años. Por tanto, no ha sido un simple turista. Ha conversado largamente con ellos y, de esa manera, ha podido entender mejor la región y sus habitantes. Ha visto cómo, en su compañía, se abrían ante él, acogedoras, las casas de indígenas o colonos. Los capuchinos tienen allí mucho terreno ganado en el corazón de sus gentes populares.

Al fotógrafo, como se puede observar, le ha fascinado, sobre todo, la amplitud de ese reino de las aguas: los grandes y lentos ríos, las lagunas inmóviles que duplican las imágenes… También algunas de sus gentes, indígenas nativos o emigrantes colonos en busca de tierra. Se puede observar cómo le ha encandilado la visión de esa naturaleza espaciosa y como adormecida, enfrentada a la disciplina implacable del mundo petrolero. Una mixtura explosiva.

Ecuador en una nación pequeña en territorio, inmensa en variedad humana y natural. Hay de ello algunas pocas muestras en las fotografías realizadas en la Sierra, o en su espléndida capital, Quito. Los páramos andinos no solo son, como puede observarse en la muestra, una naturaleza del todo diferente a la selvática, también están habitadas por gentes de otro mundo cultural. Poco tienen que ver las lagunas de Quilotoa y Jatuncocha, pero también son muy otros entre sí sus vecindarios.

Disfruten de la belleza de un país prodigioso.

AGUARICO. RÍO NAPO

Aguarico (aguas ricas – en oro) es el nombre de un río, afluente del río Napo. Ese es también el nombre que pusieron los capuchinos de Navarra a su misión en el Oriente ecuatoriano, al llegar allí en 1952. Desde entonces, nunca han faltado hasta hoy en esa zona. Conocen la selva y sus gentes al detalle. Han realizado una labor cultural y social, aparte de su función religiosa, que es bien conocida en el país.

Pero, incluso un mundo tan recóndito ha sufrido un vuelco últimamente. Lo que a la llegada de los misioneros era una selva apenas poblada por nativos indígenas y muy escasos mestizos, hoy se ha transformado en una zona eminentemente petrolera y, en algunos puntos, sobrepoblada. Esa barcaza repleta de pasajeros (una especie de autobús público sobre el río Napo) es una muestra de ello.

PARQUE YASUNÍ. AMAZONIA

El fotógrafo ha visitado la frontera de ese famoso Parque, uno de los reservorios mundiales más ricos en especies animales y diversidad natural. Ha viajado por el río Yasuní y ha visitado una de sus lagunas encantadas, Jatuncocha (Gran laguna), donde el cielo, el agua y los vegetales que en ella crecen, se confunden como en un sueño inmóvil.

La selva amazónica es el reino de los mitos y las leyendas. Como la de esos árboles que caminan, y a los que podemos ver con sus raíces aéreas convertidas en extremidades vegetales. Los indígenas orientales ven, oyen y huelen ahí lo que nosotros no podemos percibir. La selva es la casa de los espíritus. ¡Lástima que estas imágenes no nos traigan, junto al laberinto de esa naturaleza, el sonido perturbador e insomne de la selva profunda!

EL PETROLEO EN LA SELVA

No ha sido posible una buena convivencia entre la selva, sus gentes ancestrales y la reciente explotación petrolera. Como suele decir el capuchino de la foto (José Miguel Goldáraz): la mayor desgracia de estos indios es que vivían, sin saberlo, sobre un tesoro. Un botín, para ellos, muy peligroso.

La explotación petrolera se hizo durante muchos años con enormes daños ambientales. Esos mecheros de gas llevan más de 40 años ardiendo noche y día en la selva, quemando toneladas de gases tóxicos; hay muchos. Esos miles y miles de tubos son arterias petroleras, venas viejas y oxidadas que con frecuencia se quiebran y derraman su líquido ponzoñoso.

Para ver la mentira del petróleo en la selva no hay sino observar esa foto de propaganda gubernamental: ¡El petróleo mejora tu comunidad! Sin (más) palabras.

LOS ANDES. SIERRA

Vemos unas nueve ventanas abiertas a ese paisaje quemado por los vientos, las tormentas violentas de la altura y el sol del verano. Esa gema obsesiva y verde de Quilotoa, la caldera de una explosión volcánica de hace 800 años. Valles andinos como el de Zumbahua. Pueblos de artesanos (Cotacachi), o ciudades de larga historia como Cuenca y Quito.

Ecuador, país de contrastes, puede ser entrevisto al percatarse de lo que era una señorial hacienda andina (convertida en hotel), como Cusín y, al mismo tiempo, las construcciones populares actuales. El tipo de gente serrana, de fuerte mestizaje indígena, está bien representado en varias de las fotografías.

La hermosa ciudad de Quito apenas queda entrevista en un par de imágenes. Aunque destaca por su antiguo y extraordinario casco colonial, el fotógrafo ha preferido mostrar aquí una reunión de sus tipos populares y un desfile que pertenece a los nuevos tiempos.


 GALERÍA DE IMÁGENES

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