El Cristo de Alonso Cano

La Capilla Penitencial tiene unos pocos bancos en el centro, cuatro confesonarios a cada lado y, en la cabecera, el impresionante Cristo en la cruz del artista granadino Alonso Cano (Granada 1601–1667).

Es, sin duda, la joya artística de esta iglesia de San Antonio. Una verdadera sorpresa para muchos, situada no en un lugar principal, sino en esta apartada capilla penitencial, donde cobra toda su fuerza gracias al realismo y al dramatismo con que supo plasmar Alonso Cano a Jesús crucificado.

Se trata de una de las mejores obras del artista granadino. Fue un encargo para el monasterio benedictino de Montserrat, en Madrid, hecho por la reina doña Mariana de Austria en 1656. El monasterio se encontraba en la calle de San Bernardo, justamente en el lugar en el que unos pocos años más tarde se levantaría la que hoy sigue siendo Iglesia de Montserrat, regentada por la comunidad benedictina de Silos. Sebastián de Herrera realizó el proyecto en 1668.

Allí estuvo el Cristo de Alonso Cano hasta que a principios del siglo XIX, con la invasión francesa, fue llevado a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la madrileña calle de Alcalá, para regresar al monasterio unos años más tarde, hacia 1814. Con motivo de la desamortización y definitiva supresión del monasterio, pasó de nuevo a la Academia de San Fernando en 1837.

Allí permaneció hasta 1891, año en que fue donado al Colegio de los Padres Capuchinos de Lekaroz. El Colegio se inauguró en 1891 y fue una iniciativa del padre Joaquín María de Llevaneras. Fue el propio Padre Llevaneras quien consiguió que la Academia donara la obra de Alonso Cano a Lekaroz.

Cano planteó en el Cristo de Lekaroz un modelo original del que existe una versión pintada en la Real Academia de Bellas Artes de Granada. Según la profesora García Gaínza es “un Cristo sublimado, idealizado, casi divino en el que la belleza del cuerpo se traduce en hermosura espiritual”.

En el Catálogo Monumental de Navarra, en el apartado correspondiente a la iglesia de Lekaroz, se puede leer lo siguiente de esta obra: «El cuerpo de Cristo, tratado con gran naturalidad, destaca por la exactitud de sus proporciones y el perfecto estudio anatómico. Se le representa exangüe, con la cabeza levemente inclinada sobre su hombro derecho; su rostro de finos rasgos refleja un cierto expresivismo de tradición granadina, con los ojos entornados, cabellos de mechones lacios de gran efecto plástico y barba rizosa partida, de apurado tratamiento.

El resto del cuerpo presenta un canon esbelto en el que cada uno de sus miembros ha sido cuidadosamente modelado. Al igual que en sus demás crucificados, los dedos de las manos no aparecen extendidos sino que se contraen. Cubre el cuerpo un reducido paño de pureza que se ajusta al vientre por una cuerda, cuyos dinámicos y complicados pliegues caen por detrás de la figura. La policromía, aunque retocada, contribuye a lograr un efecto dramático tanto por la palidez que aflora en su rostro como por la multitud de hilillos de sangre que caen por la cabeza, brazos, torso y piernas».

(Catálogo Monumental en Tomo V*, en Lekaroz. Colegio de Nuestra Señora del Buen Consejo. Página 395.

Otras referencias. Julio Altadill. “El Cristo de Alonso Cano en el convento de Lekaroz”, en BCMHAN, tomo XVI, 1925, págs. 230-243. Y también “Alonso Cano y su crucifijo existente en el convento de Lekaroz” en BCMHAN, tomo XVII, 1926, págs. 133-140.

Zudaire Huarte. “Lekaroz. Colegio Nuestra Señora del Buen Consejo (1888-1988)”, Pamplona, 1989, págs. 17 y 43-44.

Lámina XXVIII, página 374)