La fachada

La fachada del templo es de una sobria hermosura. Apenas llama la atención de los transeúntes y, sin embargo, si nos paramos a contemplarla, podemos observar en ella elementos de gran interés.

La adornan tres grandes figuras construidas en cemento, al igual que los elementos arquitectónicos que destacan en los muros de ladrillo: San Antonio de Padua sobre la entrada principal, representado con el Niño apoyado en su hombro derecho; Santa Teresita de Lisieux, sobre la segunda puerta, con el libro de los Evangelios abierto, escrito en él el lema de la santa (Omen Novum, mensaje nuevo) y un ramo de flores; y San Francisco de Asís, en la entrada de la residencia de los capuchinos, en la esquina con la calle de San Fermín. Bajo esta última imagen, encima de la puerta, un bajorrelieve representa el símbolo del santo de Asís: el brazo de Cristo en la cruz y el del santo entrelazados.

Tras la imagen de San Antonio hay un gran rosetón, en cuyo centro está la vidriera circular. Los arcos de la puerta principal y los de la otra puerta no tienen ningún adorno, para resaltar la fuerza de las líneas geométricas y la sobriedad que preside la arquitectura del templo.

La iglesia culmina en el exterior con un campanario sencillo de tres arcos y una campana en el centro, coronado todo por una cruz con círculo. Dos ángeles ocupan su lugar en lo alto, a los lados de la entrada principal. En el tímpano de la puerta principal se presenta, de forma simbólica la Santísima Trinidad: en el centro una cruz rodeada de una corona de laurel que representa la figura del Hijo, por debajo las letras alfa y omega, principio y fin, que representan al Padre, y alrededor de estas dos personas, el agua, símbolo del bautismo en el Espíritu Santo.